¿Qué disimula el Vacío?

¿Qué disimula el Vacío?

La relación que mantiene la sociedad civil con el mundo de la Ciencia es una relación inhabitual, mezcla de curiosidad, respeto, admiración… y también de temor. Esa ambigüedad no debería ser un obstáculo, al contrario. Juntos, deberíamos buscar las oportunidades que permitan a nuestra sociedad mantener su elevado estándar de vida en un mundo donde los recursos y una obligada sostenibilidad se imponen como nuevos retos.

Los avances fulminantes de nuestro mundo de la Ciencia han dividido a la sociedad, entre los que ven la oportunidad de elevar nuestro conocimiento, y los que temen que algún descubrimiento se nos escape de control. Imposible detallar las ciencias que generan ese sentimiento, la mas habitual estos días, es la inteligencia artificial, que se expande por todos los aspectos de nuestras vidas, con implicaciones inmediatas muy positivas pero alguna que otra preocupación por el control e impacto en nuestro mundo laboral. Y de ahí la pregunta ¿sobreviviremos como humanos e individuos a esos cambios? ¿Debe el principio de precaución imponerse como justificante de nuestras dudas y desconocimiento?

Ser capaces de replantear nuestro conservatismo a pesar de nuestra ignorancia, es ya un paso importante con la Ciencia. Y nada insoportable, hay antecedentes. Con los diputados hemos aceptado delegar la democracia, con los jueces la ejecución de la justicia, ¿y por qué no aceptar delegar la innovación a los científicos? Como otro ejemplo de “normalización de la Ciencia”, hemos elegido el largo camino del vacío, de su persecución a la normalidad en nuestras vidas.

El vacío fue puesto en evidencia como tal en 1644 por el Torricelli; en 1646 el Sabio Pascal confirmó esa teoría, y en 1855, el científico Heinrich Geissler inventó la primera bomba de vacío. Mas de 380 años después, es una tecnología que costeamos a diario en nuestras vidas, en nuestro trabajo, en nuestros hospitales y en el proceso de fabricación de muchos productos comerciales.

¿Pero es la nada equivalente al vacío?

Como científico, contestaria tajantemente ¡No! Para la «Sociedad Estadounidense del Vacío» (1958), el término se refiere a cierto espacio lleno con gases a una presión total menor que la presión atmosférica, por lo que el grado de vacío se incrementa en relación directa con la disminución de presión del gas residual. Esto significa que cuanto más se disminuya la presión, mayor vacío se obtendrá, lo que permite clasificar el grado de vacío en correspondencia con intervalos de presiones cada vez menores.

Nos acercamos a la nada, pero no es nada.

Nos acercamos a la nada, pero no es nada. El “0” de la nada no es una noción científica que se adapta a la escala logarítmica del vacío. Esa asimilación al “0” a la “nada” creo fuertes confrontaciones y tensiones entre filósofos, matemáticos, físicos y teólogos. El punto de partida siendo ¿Se materializa el vacío?

Como ser humano, evolucionando en un espacio a tres dimensiones, las leyes físicas con escalas logarítmicas siempre sorprenden. Si bien nos hemos acostumbrado a que el índice de un terremoto en la escala de Richter pasando de 5 a 6, implique una severidad de un factor 10, no es factible para las personas que el vacío y la presión obedezcan a leyes logarítmicas. Lo es aun menos cuando se intenta explicar los mecanismos: las primeras tres décadas de presión van dominadas por el volumen de gas. Luego se imponen el desgasaje de la superficie. Y a más alto vacío o más bajas presiones, la difusión de hidrogeno del material y la permeación i.e. la “transparencia” de las paredes son los factores dominantes. Y por eso y con algo de digresión, el gran Sabio Wolfgang Pauli dijo: “Dios hizo la Materia, la superficie la inventó el diablo”, al expresar la complejidad de una superficie.

¡Y terminar con el ejemplo del Gran Colisionador de Hadrones, el acelerador de partículas gigante del CERN en Ginebra donde se puso en evidencia el bosón de Higgs que caracteriza la existencia de la masa en el Modelo Estándar! La Ciencia del vacío ha alcanzado niveles abrumadores ¡Con más de mil horas de duración de vida, los protones del LHC viajan 1,5 millones de veces la distancia de la Tierra a la Luna con una probabilidad nula de colisionar con un átomo/molécula del vacío residual! No es “la nada”, es un vacío menor a la del espacio interestelar al lado opuesto al sol ¡Y sin riesgos para las personas!

José Miguel Jiménez Carvajal / «Talentos con Acento»

José Miguel Jiménez Carvajal (1968), Jefe del Departamento de Tecnologías del CERN, eys doctor en física aplicada y física de superficies conjuntamente por el Comisariado de Energía Atómica (CEA) de Saclay-Paris (FR) y por la Universidad de Clermont-Ferrand (FR). Se incorporó a la plantilla del CERN en 1994, como físico en el grupo de vacío para trabajar en la mejora de energía del LEP, el gran colisionador de electrones y positrones. El Dr. Jiménez es experto en el área de tecnologías de vacío para haces de partículas de altas intensidades e energías, así como en fenómenos inducidos por la circulación de haces, incluyendo los mecanismos de avalancha de electrones.

En 2016 se le concedió el ingreso en la Orden Civil de Alfonso X el Sabio y el 2023 el Premio Viajero en el Tiempo que concede el Festival Gravite.